Lydia & Roland

Puendeluna

23/04/2022

Creo que no tenemos suficientes palabras para describir lo que fue esta boda. Lydia, amiga intima de una de nosotras, nos escogió para inmortalizar esta pequeña historia que transcurre en una casa familiar llena de rincones y recuerdos que hablan y cuentan historias por sí solos.

Al cruzar el umbral de la puerta hueles el ambiente festivo y se escuchan las carcajadas de las mujeres en uno de los pisos superiores, el día es caluroso y la ceremonia es por la tarde, lo cual nos indica que la luz de atardecer en pleno mes de agosto va a ser espectacular. Al abrir la puerta de la habitación, allí está la novia rodeada de sus más íntimas, brindando con una última copa de champan, en bata interior, antes de comenzar una nueva etapa de su vida muy lejos del recóndito rincón donde nos encontramos en casa de su abuela. Es curioso como a veces se buscan las raíces más profundas de donde provenimos para generar nuevas ramas y hojas en nuestro árbol de la vida.

Lydia, la novia, se vistió en una de las muchas habitaciones de la casa y el resultado fotográfico habla por sí solo. Una estancia rústica llena de antigüedades y recuerdos que sumados a la sencillez y belleza natural de Lydia nos recordó porque nos gusta tanto este trabajo.

La ceremonia se celebró en la capilla del pueblo decorada con vegetación natural del entorno. Y la novia y el novio fueron recibidos con la expectación de todos los vecinos del pueblo en el que escasean las bodas desde hace años.

Otro detalle que no se nos puede olvidar comentar es que el novio, Roland, y su familia son naturales de Suiza. Ver cómo dos partes del mundo tan alejadas se reúnen en una pequeña capilla para celebrar un enlace independientemente de las culturas, la distancia y los idiomas solo puede significar amor del bueno.

Una vez casados los novios y comenzado el cóctel en el patio de la casona familiar, dimos un paseo con los novios y el atardecer para realizar un pequeño post boda antes del banquete.

Qué decir del banquete, @maercatering decoró exquisitamente las mesas utilizando objetos propios de la casona en un patio lleno de árboles que filtraban la luz del atardecer de verano.

La velada fue inolvidable seguro para los que asistimos al evento íntimo y familiar.

Por supuesto también hubo fiesta, y mucha.

Nosotras solo podemos dar las gracias a los novios por poner toda su confianza en nosotras y permitirnos guardar para el recuerdo un momento tan especial.

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